Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

20 de mayo de 2008

Tatuajes

Yo tengo tatuada la piel con letras, y cada nuevo rasgo que me descubro en ella parece robado de otro y éste de otro más, como eslabones de una interminable cadena. El origen de esos signos, que no siempre he logrado comprender, pertenece a una época remota, a unas costumbres que ni siquiera puedo imaginar, con otras gentes, con otras pasiones y de las cuales soy, ahora, un modesto receptáculo para tamaño legado. Los chinos, griegos o romanos, por citar civilizaciones trascendentes, jamás supusieron que sus símbolos resistirían, entre incontables calamidades, la erosión del tiempo. De hecho, los siglos han transcurrido y aquellos trazos aún perduran. Mi piel, en tanto, por si fuese necesario aclararlo, huele a tinta y a palabras.

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