Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

31 de octubre de 2009

Apostillas Urbanas 5 - Marketing

Revolver la basura no es augurio de tiempos mejores aunque, en la vorágine de los desperdicios, un diario siempre será un diario y, pese a todo, las noticias nunca dejan de serlo. Desde la prudente distancia de mis ojos, el suplemento deportivo se veía sucio y roto; en harapos, leyéndolo con avidez, la silueta no advertía mi presencia ni denotaba su género - como si importara - pero la bolsa que colgaba de su brazo y los accesorios que mostraba revelaba algún refinamiento en el gusto o el consumo de épocas lejanas; su imagen, casi una postal, componía esa lustrosa fotografía que los creativos del marketing jamás suponen porque nadie piensa en los coquetos envoltorios de The bag and the belt como propaganda de miseria o en los vaporizadores de Ralph Lauren para mezclar fragancias del sudor y el orín de las personas: al ritmo del glamour, ninguno repara en nimiedades de escaso valor agregado; en simplezas y detalles primarios como ese linyera semidesnudo que, ajeno a estas abstracciones y a la sombra de un jacarandá, hojeaba La Capital sentado sobre las escalinatas del viejo edificio de la Aduana.

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