Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

20 de julio de 2010

Apostillas Urbanas 7 - Amelie

Hay sitios que permiten transportar el cuerpo a tiempos lejanos, a otros climas, a ciudades sobre las que hemos leído infinidad de veces y que, gracias a esas mismas lecturas, hemos conocido y visitado soñando con recorrerlas aún sin movernos de nuestros propios ambientes.

Amelie es uno de esos lugares, y fue en Amelie que, mientras saboreaba un café con medialunas, pude comprobar que algunas atmósferas, como la que me envolvía allí, podían llegar a ser diferentes a todo lo que había imaginado hasta entonces.

De a poco, mi capacidad de asombro fue transformándose en un estupor indescriptible y me dejé arrastrar en una navegación por galaxias inexploradas que no merece ninguna explicación. Me pregunto si esos comportamientos la tendrán pero, si no fuese así, estoy seguro que tampoco importaría encontrarla.

Mirando con la tenue luz que despedían velas y artefactos pendientes del techo observé que me rodeaba poca gente, que sólo se encontraban a mi alrededor un par de conocidos personajes con quienes podría polemizarse de cine, literatura, charlar sobre mujeres o, simplemente, discutir de política entre muchas cosas más: Julio Cortázar, de entrecasa, recién levantado, que leía el diario con absoluta calma relojeando de costado la fría mañana que asomaba por la ventana y, un par de metros a su derecha, apoyado contra una pared blanca, un concentrado Truffaut que tomaba apuntes con un lápiz negro en un pequeño y desvencijado cuaderno de espirales.

Yo apenas podía creer lo que veían mis ojos. ¿Realidad o ficción? Ellos y yo compartiendo época y espacio. Me pregunté si en verdad esta escena sucedía en Rosario o si acaso era mi espíritu quien volaba sin saberlo sobre París y deseé con fervor que ese momento durase eternamente, que me permitiesen fotografiarlo, dibujarlo o conversarlo pero mis reflejos estaban inmovilizados por la fascinación y me convencí que sería más interesante contarlo que grabarlo en una imagen.

Desgraciadamente, igual que los momentos de infinito placer, ése no se extendió demasiado y al pestañear luego de un largo rato, acaso para retornar a mi estado habitual, levanté el brazo pidiendo la cuenta. Cuando me entregaron el ticket consulté a la mujer que me había atendido, con la mayor discreción posible, acerca del motivo de tanta humareda dentro del bar y ella, sin siquiera inmutarse, me contestó con delicadeza: “…Usted comprenderá, caballero, que a ciertos clientes no les podemos obligar a cumplir la ordenanza que prohíbe fumar…”

4 comentarios:

Eugenia210 dijo...

Uhh!!....hemos hablado largo y tendido sobre "Amelie" con mi amiga Laura Echaniz organizando una tarde de charla cuando venga a Rosario de paseo. Entiendo totalmente lo que decis y lo comparto. Voy con mucha frecuencia y me produce la misma sensación e inclusive tomé la misma foto en una de mis visitas. Ya es lugar de cita obligada con amigas o sola para leer. Una pizca de París en Rosario quizás.

Laura Echaniz dijo...

Viste Roberto? Se te van sumando adeptos. Con Eugenia hace tiempo que nos debemos una cita en Amelié...
Y en otro orden de cosas te pongo al tanto de que se está cometiendo plagio contigo.
http://lupusmania.blogspot.com/
http://robertolobos.blogspot.com/

Lupus dijo...

luego de la gripe, ya mejor, gracias a las dos con los comentarios.
la magia es la magia verdad? y ese lugar transmite eso.
no entendì lo del plagio¿¿??

Laura Echaniz dijo...

Es que hay dos blogs de otra gente con tu nombre y con el nombre de tu blog:
http://lupusmania.blogspot.com/
http://robertolobos.blogspot.com/