Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

7 de octubre de 2022

Guns´n Roses en Argentina

Si tenés comprado el ticket para ir a ver una mega banda que en su mejor época supo integrar el podio de las más grandes de su tiempo, si el clima de la noche acompaña con una temperatura ideal, si estás en el lugar que querés estar para disfrutar de algo que te gusta mucho, si estás acompañado por alguien que comparte ese mismo gusto por los recitales o quizás más; entonces uno puede preguntarse casi como un chiste:

¿Qué puede salir mal?

Algunos dirán que nada; otros, en cambio, que si el diablo mete la cola todo puede irse por la borda y desbarrancar sin remedio. Y no se trata de ningún chiste, por cierto, y es que un poco de todo eso fue lo que sucedió en el inolvidable show que los Guns n´ Roses ofrecieron el último día de septiembre de 2022 ante unas 70000 personas (si no más). Y ese fue una parte del problema sumado a nuestra tardía llegada al estadio que impidió ver Airbag, banda que ofició soporte y llegaba con buenos comentarios.

Entrada caótica con cinco cuadras de cola a menos de diez minutos provocaron que, atendiendo la extrema puntualidad para largar el concierto, miles de concurrentes ingresáramos con el show empezado.

Peor fue la sorpresa al llegar a la ubicación adquirida ya que todas las bocas de acceso a las tribunas estaban colapsadas de gente que pugnaba por entrar al sector de plateas lo cual generó desde insultos y amenazas hasta los previsibles apretujones y demás molestias que podrían haberse evitado tan sólo colocando gente de la organización del evento ordenando la entrada a cada sector del estadio.

Las 3 primeras canciones sólo fue posible escucharlas ya que la marea humana atascada en el ingreso impedía visualizar no solamente el gigantesco escenario sino también el campo de juego. En una palabra: era imposible acceder a la tribuna donde teníamos las plateas.

Perdidos por perdidos decidimos bajar desde lo alto de la tribuna Sívori hasta el ingreso en la planta baja donde, previa charla y discusión, se nos asignó una nueva ubicación digamos… menos peor y menos caótica.

Y fue desde allí, desde la platea Sívori Media, pudimos observar y disfrutar en condiciones medianamente razonables un show que no estaba en mis cálculos más optimistas y eso por varios motivos: en primer lugar porque Axl Rose luce saludable a pesar de los años, los maltratos al cuerpo y sus propios fantasmas.

La voz, tan rosca, cascada e inconfundible de siempre se conserva y aparece bancando temas con una polenta similar a la de hace 30 años que fue cuando pisaron estas tierras por primera vez. El hombre, ahora un tanto excedido de peso y algo calvo se las ingenia para moverse y correr con las lógicas salvedades del paso de los años.

Sin embargo, su compinche pelilargo, ruliento, con su infaltable galera y gafas negras se observa inoxidable, tanto física como artísticamente. Un despliegue de talento musical empuñando diversas guitarras que produce asombro al más distraído mientras te va llenando de rock por todos lados.


Porque de eso se trató en definitiva: fueron 3 horas exactas donde nadie se guardó nada, ni la banda ni el público que soportó todos los destratos que le propinó la organización y estamos hablando de una asistencia que superó (casi con seguridad) la cantidad de entradas vendidas.

Todo eso no importó a la hora de hacer temblar el cemento al compás de todos los clásicos porque no quedó absolutamente ninguno sin tocar que tuvo una yapa inolvidable para los amantes de los Beatles: el tema Paciencia arrancó con una intro que fue ni más ni menos que Blackbird. Aquí fue una respetuosa y ajustada versión acústica para dar paso al tema mencionado, lo mismo que el cierre ya con el público enfervorizado y la banda en un crescendo imposible de frenar desde 45 minutos antes del cierre con los bises más esperados.


Ese final llegó casi con la misma formación que inició esta historia luego de muchas idas y vueltas y egos encontrados para hacerle honor a su propio apetito por la destrucción y boicotearse casi hasta la disolución.

Han vuelto, es cierto que sin nuevos materiales originales pero también es cierto que han encontrado un set donde no falta ni sobra nada y que para llevar adelante hay que mantenerse en plena forma porque ofrecen 180 minutos de rock´n roll en estado puro (incluyendo las desprolijidades que eso significa) en una versión tan salvaje como uno pueda imaginar y con el talento y el oficio que estos Guns´n Roses modelo 2022 son capaces de brindar.

¡Salute¡ ¡Larga vida a Axl, Slash y demás compinches¡

El rock y nosotros nos sacamos el sombrero en este recital de lujo.

Están vivos y eso, tratándose de este tipo de gente, no es poco. Es, podría decir sin temor a equivocarme, casi un verdadero milagro.  

No hay comentarios.: