XXI
El escritor
Escritor que escribe poco,
versos de palabras sincopadas,
el eterno derroche de decir
o no decir;
contar la noche de nadie
como un atajo previsible
y el tiempo que se desplaza pero
nada de eso pasa en realidad:
sólo queda un esqueleto desnudo
en vísperas de Navidad,
y un escritor que escribe poco
y habrá un nuevo cielo
y otro día
y otras noches
y hasta los gritos del demonio
serán las cartas mejor guardadas
para el simulador de estrofas muertas;
el escritor que escribe poco
tiene su botella de vino sobre la mesa,
mitad llena
mitad vacía;
un relieve de agujereadas armaduras
por los caminos de su encierro.
XXII
Mitades
Mitades,
sumas de uno más uno
fracturas
como división de las estampas
acorralando desmadres,
aguardar las horas
buscar el sitio
y convencer a la mujer del piano
de la simpleza de los gestos
de lo irresistible
de la captura de los labios;
templar,
templar con agua sus teclas
y no olvidarla…
XXIII
La salvación del escritor
El escritor está quebrado
doblado por la mitad
débil
escupe sus razones hacia delante
se resigna
no es la parte que sufre
ni el fragmento que sobra
se refugia
pide una copa más
llora
descubre las horas muertas
como sonidos de otra muerte
como si otra muerte fuese
su salvación…
XXIV
Agua de Mar
Agua revuelta
gemidos rotos;
yo secaba lágrimas y gritaba de dolor
con la cara oculta en esquinas remotas
- era un cielo como los de antes
quien me atajaba las nubes -
he perdido
he perdido y ganado algunas tormentas
he perdido hasta lo imposible
en veredas de piedras y empujones
en dibujos de vientres desnudos
siluetas hirvientes
y corrientes desconocidas;
estoy en el agua
estoy en el mar
estoy en un mar de agua revuelta
de marea de espinas
de fases de una luna nueva
como hijo de otras madres;
estoy en el agua
estoy en el mar
un mar de palabras y más palabras
de esas putas palabras maltratadas
en la boca de tu sexo.
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