Triste osamenta,
el lívido cardumen
se recuesta hambriento;
no hace falta sebo
ni carnada
ni engaños
a la hora de la sed;
el sol tibio
alumbra el remanso
y se ahoga,
se pierde
en canales invisibles
y en boyas oxidadas;
dicen que aguas abajo
comen algunas gaviotas,
que el viento vuela las migajas,
que se oyen voces
desde el lecho
y demás conjeturas;
aguas abajo,
dicen también,
no hay demasiado cauce
para la correntada;
que este tajo,
apaciblemente,
desangrará en el mar...
Si querés escuchar el poema recitado por la poeta cubana María Eugenia Caseiro hacé click en el vínculo que figura más abajo
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