Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

22 de noviembre de 2008

Apostillas Urbanas 4

LA ESPERA

Desde la cúpula del Palacio Fuentes se escuchan doce campanadas. Para algunos, la noche recién comienza. Para otros, el día y la noche se confunden en una visión de claroscuros de diferentes matices.

Sentada en el umbral de una vieja casa, una mujer vestida con el uniforme de una cadena de supermercados relojea la hora, repasa los minutos; cansada, probablemente piensa su mañana, su pasado mañana y luego se mira - se ve - igual. Nada cambiará. La imagen de su rostro revela que nada cambiará para ella.

Resignada, conoce muy bien lo que vendrá o lo que le tocará en suerte pero sigue pensando más allá, atravesando con sus ojos clavados en la nada el inicio de otra madrugada sin sorpresas y espera, y mientras tanto, como si no pudiera hacer otra cosa, cuenta un puñado de monedas, las únicas que tiene, para pagar el boleto de su próximo viaje a casa.

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