Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

7 de marzo de 2011

Instinto

Me crucé con el instinto. Me atravesó como si fuese un manojo de trozos articulados o una furiosa jauría devorando secretos de sospechosa pureza. Miré para todos lados y no había nadie más que nosotros. Percibí un oscuro laberinto adornado con siluetas difusas que estiraban sus manos y donde mis ojos cerrados ni siquiera podían parpadear. Me tocaban, me besaban, me acariciaban sin pausa y entonces pude reconocer en cada brazo, en cada piel, una corriente imparable que transformaba mis deseos en otros, y en otros, y en otros más ávidos todavía. Por momentos yo no era más que viento huracanado, una tormenta de arena sacudiendo el desierto en busca de unas piernas lejanas. Oliendo, succionando, lamiendo; acabé convirtiéndome en un penoso burdel de sinónimos donde repasar mi lengua; en una auténtica orgía de palabras tan sólo para nombrar tu sexo, distinguir una vigilia, un resplandor, un orgasmo.

1 comentario:

maria con trenzas dijo...

el orgasmo
ese momento donde se hacen "nubes y lluvias", como decían en la antigua China ...