Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

7 de mayo de 2011

Ejercicio con Juan José Saer

Fragmento de “La mayor” de Juan José Saer
  Editorial Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1982



Otros, ellos, antes, podían. Mojaban, despacio, en la cocina, en el atardecer, en el invierno, la galletita, sopando, y subían, después, la mano, de un solo movimiento, a la boca, mordían y dejaban, durante un momento, la pasta azucarada sobre la punta de la lengua, para que subiese, desde ella, de su disolución, como un relente, el recuerdo, masticaban despacio y estaban de golpe ahora, fuera de sí, en otro lugar, conservando mientras hubiese, en primer lugar, la lengua, la galletita, el té que humea, los años: mojaban, en la cocina, en invierno, la galletita en la taza de té, y sabían inmediatamente, al probar, que estaban llenos, dentro de algo y trayendo, dentro, algo, que habían, en otros años, porque había años, dejado, fuera, en el mundo, algo, que se podía, de una u otra manera, por decir así, recuperar, y que había, por lo tanto, en alguna parte, lo que llamaban o lo que creían que debía ser, ¿no es cierto?, un mundo. Y yo ahora…
 
Continuación libre (y ese es el ejercicio)

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Y yo ahora, viniendo desde lejos, casi, desde ese otro mundo, me encuentro atrapando esos instantes, parado frente a una puerta, dudando, especulando, si el timbre funcionará, si alguien, conocido o desconocido, escuchará, abrirá, reconocerá estos ojos, esta módica sonrisa, si pensará en aquella tarde en la estación, en la despedida: si le quedaron resabios, rencores, si quedó algo, verdadero, o que le haya servido de evidencia, de prueba, de tributo, para confirmar la única certeza, indestructible, que puede resistir el paso de los años; pero no lo sé, y así estoy ahora, inmóvil, preguntándome, por si acaso, una, dos, tres veces más, si este timbre funcionará, quién abrirá la puerta, correrá este velo de cedro despintado, si los que fueron, los que son, los que recuerdo, si no seré yo mismo, intentando recuperar algún tiempo perdido, proyectando, mis titubeos, en otras personas; si fuimos, somos, seremos algo; si fuimos, somos, seremos nada.

1 comentario:

Cruz Miguel dijo...

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