¿Qué mirás? ¿No viste alguien como yo? ¿Somos tan diferentes?
Entonces, ¿hasta cuándo soportar tus ojos sobre mi cuerpo? ¿Nunca te alcanza nada?
Y si esto no ha servido, ¿cómo hacer para que mis manos parezcan limpias? ¿Necesito este sucio disfraz? ¿Acaso desnudarme significaría algo?
Sí, porque desnudarme es lo que voy a hacer ahora. Será un grito ¿sabés?, una señal para que reconozcas mi piel, tus marcas, la carne. Para que veamos las cicatrices una por una, te desangres conmigo, nos clavemos estas mismas espinas, acaricies mi sexo, no desaparezcas de nuevo.
Y si aún así, todo continuara inservible: ¿qué más nos queda? ¿Por dónde escapar? ¿En qué cara? ¿Detrás de qué silueta?
No me sobra mucho tiempo. Ni paciencia. Te lo preguntaré una vez más: ¿Hasta cuándo buscarás lo que perdiste? ¿Qué pensás encontrar? ¿Quién fui? ¿Quién soy?
¿Ves? No hay respuesta. Por eso, antes del final, ¿con cuál te acabás? ¿Con la derecha como dándote la mano o con la izquierda que conserva tu anillo preferido? ¿En el cuello o en el centro del pecho? ¿De uno o de varios puntazos?
Vos elegís.
fotografía del libro "Mujeres presas"
de Adriana Lestido
Editorial Fotógrafos Argentinos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario