Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

14 de febrero de 2012

ESTO - Un escondite para mirar

¿Y si no hubiera más que esto?
¿Y si el tránsito fuese una simple experiencia de voyeur?
¿Cuál sería el territorio para dominar o el escondite para mirar?

Nadie conoce las respuestas. Es probable que con ellas quizás no nos acostaríamos saturados de imágenes transmitidas desde un remoto lugar ni tampoco nos despediríamos con unas pocas y etéreas frases como si los recuerdos pudieran eternizarse en cualquier caricia, como si nuestros cuerpos se arrastraran bajo una tormenta implacable y el único síntoma de reparo fuera guarecerse dentro del éxtasis del otro.

Desde arriba, desde abajo; de frente, de costado; definitivamente configuramos un gran dibujo de cuadros superpuestos en el centro de la imaginación. El resto de las cosas, como ahora, apenas se resume en un río de palabras sueltas, en un sagrado ritual de excusas ineludibles girando alrededor de la noche tan sólo para regalar el trance de respirarnos en calma, lamernos las heridas, gozarnos en silencio…  

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