| Casa de la Poesía - Rosario |
En frente, a mi costado, arriba, abajo; no había nada, no sé si me explico, pero tenía, tengo, la certeza que algo estaba ahí, algo que me encendía de luces y de sombras, de relleno y de vacío. Algo que avanzaba sobre mi cuerpo sin detenerse, ni siquiera ante ruegos o plegarias de ocasión, y eso que yo no aprendí a rezar como tampoco encomendarme a otras voces o presencias; porque eso parecía ser el algo que me enfrentaba, me desafiaba; y debo reconocer que no podía ni quería interrumpirlo, que lo dejaba hacer, que prefería cerrar los ojos y que un abanico de temblores y gestos hablaran por mí; pero esa voz, esa presencia que me hacía levitar lograba, además de acelerarme el pulso y transformar mi cara en una mueca indescriptible, desnudar todas las máscaras ocultas que el mismísimo carnaval escondía dentro mío.
No había, no hubo, más que esto, más que aquel hueco misterioso dentro de un espacio que aún desconozco cómo completar, o cómo hacer para que ese eco, ese reflejo se conviertan en la silueta dibujada por mis sueños y pueda tocarla con mis manos.
Ocurrió así, ocurre de este modo; aunque no alcance, aunque no sirva de mucho, es lo único que sé; y estoy seguro, sin preguntarle, que ella también…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario