Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

10 de marzo de 2012

The Wall en Argentina - El viaje, el recorrido

Esperando a Roger Waters con Nico - 7 de Marzo de 2012 - River Plate
No fue necesario que las luces se apagaran para convencerme definitivamente que había llegado al lugar indicado.

El que estaba ahí era el tipo que muchos años antes había estado pegado al tocadiscos y no era otro que quien fue tres veces en una semana al cine Gran Rex para ver la película en el momento de su estreno.

Yo era el mismo pero a la vez no lo era; quizás sin saberlo me había convertido en un enjambre de cosas dispersas, y entonces dejarse llevar fue el comienzo de un alucinante viaje íntimo, un sorprendente bonus track donde elevarse dentro de un espacio tan inagotable como difícil de dimensionar.

Había música y escuchaba música, había imágenes y veía imágenes, pero sobre todo brillaba una energía invisible que me trasladaba una y otra vez en el tiempo; un caleidoscopio mental donde mis años y los años de esa blanca pared iban y volvían mezclados en un carrusel preparado para la ocasión, como si hubieran sido una parte más en la estructura del concierto.

¿Cómo describir? ¿Cómo describirlo? ¿Cómo describirse?

Sonaban las canciones y en ellas podía reflejarme, escucharme; dejaban ver quién fui y quién soy ahora en un gigantesco fotograma dibujado con sonido envolvente. También confirmar qué poco habían cambiado algunas cosas cuando me maravillaron aquellos tonos raros de un teléfono descolgado y las aspas de un helicóptero sobrevolaban mis dulces 16 ¿o en realidad se trataba de estos oxidables cuarenta y ocho en versión retro?

Todo asomaba posible en esa noche de marzo que desafiaba la lluvia y el calor.

- ¿Te pasa algo?, preguntó Nico al verme con los dedos sobre los ojos en Confortably Numb.

- Me pasa de todo, contesté como pude.

Era verdad. Delante de mis retinas, por mi memoria, dentro de mi cabeza, desfilaba mi propia historia, tal vez mi propio muro, acaso uno idéntico al que se construía y se derrumbaba para la multitud sólo un puñado de metros más adelante.

- No vamos a ser los mismos después de estar acá.

- Tenés razón viejo; allá afuera quedaron para siempre los cuerpos con que vinimos.

Y eso, darse cuenta y comprobarlo, fue más que suficiente: el viaje, el recorrido, habían valido la pena.

2 comentarios:

Nelson Rouco dijo...

Muy buen relato. Me pasaron muchas de las cosas que relatas. Un viaje al centro de nuestras historias personales. Ya no seremnos los mismos después de esto, o quizás si, pero sabremos quienes fuimos.

Abrazo floydiano!

Lupus dijo...

gracias Nelson por tus palabras. creo que a muchos nos debe haber pasado lo mismo. y la verdad que eso está muy bueno