En ocasiones la vieja casa temblaba, se estremecía como se sacuden los árboles al paso de una tormenta.
Nuevos y feroces enfrentamientos, continúa muriendo gente, decían los diarios.
Es una locura interminable, se escuchaba también por radio y televisión.
- Ya llegará el orden de los cementerios y unos cuantos vamos a desaparecer del mapa, dijo Olga en aquella cena de Navidad y se levantó llorando sin consuelo.
Rápidamente pude advertir que la mayoría de los que estaban en la mesa, incómodos, muy serios, cruzaban sus miradas por unos instantes quedando inmóviles y callados.
Se hizo un enorme silencio.
Lo entendí después...
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