Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

14 de julio de 2012

Las horas dormidas

Torre con reloj de la antigua estación terminal de trenes Rosario Central del Ferrocarril Central Argentino - hoy Centro Municipal de Distrito "Antonio Berni" - Rosario
Con cada luna que despunta en el horizonte, el mar se impone como una telaraña de cielo bajo las nubes. Sin siquiera pensarlo te preguntás quién sos, si alguna vez se apagarán las luces de los barcos navegando a la deriva y tantas cosas más para las que no encontrás respuesta ¿o acaso descifraste el sonido del agua haciendo olas durante una tormenta?, soy el agua te decís, las mareas impredecibles, el infinito del océano arrastrando palabras tan sólo para rescatarlas del silencio. Es que siempre se vuelve al inicio de los laberintos, a aquellos momentos que nunca transcurren y donde el tiempo se esfuma repentinamente. Es que el agua que lava las culpas es también la misma que ves caer gota a gota, noche tras noche por el contorno de tu espalda; y en una travesía interminable como ésta, te convencés que nada parece tan preciso como el tic tac del reloj para marcar el final de las horas dormidas.

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