Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

10 de enero de 2013

Apuntes de aeropuerto



Aeroparque Jorge Newbery - Capital Federal

·      Son ráfagas imprevistas, magnitudes ordenadas en hileras anónimas. La visión que repasa esos movimientos desprolijos, sus apuros y contramarchas, se esfuma entre los mismos ruidos, los mismos impulsos; se convierte, sin siquiera intentar provocarlo, en una efímera superficie de agitación, en algo tan pasajero, tan fugaz, como las huellas de la propia mirada vagando por un aeropuerto.
·       A veces son decenas, o cientos, pero de repente se transforman en unos pocos y el enorme hall queda huérfano de sus sonidos y pasos acelerados: apenas alguien que llora sobre un asiento, otro que pide un taxi o habla por teléfono. El avión de LAN, mientras tanto, despegó a horario.
·       La ansiedad, las horas de espera, las vestimentas raras: todo vale, todo sirve para desconocer a los viajeros, incluso a los que llegan para quedarse.
·       El auto check in es una herramienta eficaz, un avance tecnológico para mejorar la rapidez del servicio impensado tiempo atrás, sobre todo por los sindicatos de aeronavegación.
·       A pocos metros de distancia, un policía me mira sin disimulo mientras bebo café y tomo apuntes. Acaso para su sorpresa, casi como una curiosidad, escribo estas palabras en un cuaderno con la misma lapicera de hace años mientras él intenta, sin demasiado éxito, hacer funcionar su I-pod.
·       Las mascotas viajan en caniles o acondicionados bolsos de mano, le aclaran. Luego se escuchan ruegos, lágrimas, y un coro de reclamos caprichosos que no proviene de una niña malcriada: sucede que a la dueña le impiden embarcar con su caniche en brazos. 
·       Todo es muy caro en los aeropuertos. Hasta los precios menos despiadados asustan y algunos se atreven a decir que la gente debería acostumbrarse. No lo logran conmigo. Es evidente que ciertos niveles de asombro, por suerte o por desgracia, continúan sin remedio.
·       En castellano y en formal inglés, los altavoces anuncian que el vuelo demorará su partida unas módicas dos horas por “ausencia de la tripulación”. La resignación y las maldiciones de los pasajeros no parecen contagiar a un bochinchero grupo de brasileños: para ellos nada es tan grave que no pueda paliarse con unas abundantes rondas de cerveza.

No hay comentarios.: