Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

30 de agosto de 2017

Niños

Camino Rural - Funes - by Lupus

El horno para fabricar ladrillos humea impasible,
oculta una soga que termina en un grueso nudo,
en un cadalso inquietante;
ahí nomás, una cabeza pequeña, con los ojos abiertos
y un cuerpo invisible señalan al destino
otro enigma sin resolver;
se respira un hediondo silencio,
una pérdida que no reconoce tiempo ni pasado,
que apenas refleja la cara misma de la nada;
al costado, como una perfecta paralela,
un canal de agua servida fluye sus desperdicios,
el viento se fragmenta en remolinos
y detrás de un rancho de mala muerte
va cayendo el sol del atardecer;
vuelvo a mirar, y como una ofrenda de viejos domingos
de cementerio,
la cabeza permanece inmóvil en esa horca precaria;
entonces, desde algún lado, una voz me habla:
“soy un niño”, dice;
y escuchándola, no logro, tampoco sé si quiero
escapar de mis fantasmas;
“soy un niño”, me repite;
en estos lugares, pienso, el humo de los hornos
quema todas las cenizas de la infancia,
y caminar por el basural es un juego absurdo,
una sentencia inútil, una condena perversa;
“es la soga que me matará de una buena vez”, presagia
“me gusta mirarte fijo, que tiembles confundido”,
luego, ya no había sol y el viento soplaba con más fuerza,
“estas ráfagas serán mis verdaderos verdugos,
serán ellas quienes patearán la horca”, explica;
“pero no te vayas todavía”, pide también;
“la última foto que tomarás de mí, te aseguro, 
será tremenda"
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