Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

12 de octubre de 2007

ANATOMÍAS PRESTADAS 3

IX

Almanaques

Llueve de lluvia la turbia espera de una muerte blanca,
las gotas impregnan su cielo de matices
y las palabras se silencian en altillos
ocultos desde siempre.

Todos estamos solos.

El desvelo de una cara conocida visita la memoria,
las ramas de los árboles acaparan sombras
y las cosas parecen extinguirse viajando a otros lugares;

como en los extremos del principio,
hay destinos que son certezas previsibles
y hojas de los almanaques girando sin final.

Todos estamos solos.

Todos guardamos viejos disfraces debajo de la mesa.

X

Intenciones

Me miro en las piernas un devenir de caminos cruzados
como si la partida de unos viejos barcos fuesen puertos abiertos a deseos postergados;

no es posible imaginar un telón de envidias en ráfagas desapercibidas,
no es casual este otoño que desmadra los árboles en mi memoria;

el encanto de unos dedos ásperos abandonan el sigilo en medio de la madrugada
y su rocío pegado a mis rodillas se desvanece en secretas excusas;

no aparecen los ritos
no alumbran los candelabros;

en esta noche de insospechada lejanía no hay luz para iluminar intenciones,
a mis manos abiertas dibujándose de perdones.

Me vuelvo a mirar las piernas en aquel mar de naves a la deriva:
debajo de la ropa sólo asoma oscuridad.

XI

El otro

Él está fuera de mí;

es un secreto caparazón que reniega desnudarse bajo las sombras y desquita en palabras sus temores;
él nunca necesita la humanidad de los perros ni la paz del césped mojado para sonreír,
para dilatar en eclipses sus soles perdidos;

apenas lo supongo una calavera adormecida sacudiéndose las cenizas

pero él reaparece de los letargos por los rincones y me centra en sus ojos hasta empalidecerme,
hasta despuntar de mis labios temblores imperceptibles;

yo sé qué significan el miedo en las tardes de lluvia y qué esconden las voces en cuerpos encendidos,
yo sé que él está fuera de mí;

amenaza con sustraerme los negros y dorados de un lienzo de girasoles
y ya no puedo mirarlo cada vez que desliza sus retinas desde una vidriera de cristal.

Hace tiempo que me he resignado a ser una marioneta,
hace tiempo que extraño sus juegos obscenos.

XII

Fantasmas

El estrago de un verso dormido desgarra mentiras y verdades en lastimaduras de palabras,
nadie soporta el peso de un fantasma sin atarse a su destino de prisionero;

alguien sabe todo de mí pero pretende más y más;

el mundo no es más que un universo de simulaciones superpuestas,
el viento borra mis últimas huellas y esconde en los árboles sus presagios de intimidad;

yo nunca estuve seguro de nada y encontrar bálsamos para anestesiar puntos y aparte
no será un camino simple.

Debería empezar a descubrirme clandestino.

No hay comentarios.: