
Fue un diálogo sencillo
un reclamo seco
cortante
sin desplegar finas ironías
o vulgares juegos de palabras;
el ficus está demasiado cerca
de la pared,
la ropa tendida y el césped de mi jardín
sufren las consecuencias,
además, a menos de dos metros
la reglamentación lo prohíbe,
no importa si lo plantaron ayer
o hace treinta años
nada de eso interesa;
cada uno sabe qué hay que hacer
dijo,
veré qué puedo hacer
dije,
entonces pensé que la suerte
había sido echada en un solo juego
que las reglas debían existir
que los árboles eran inocentes
y cerré la puerta;
el tiempo continuó corriendo
la carrera que mejor corre
y entre podas eventuales
su sombra nos cobijó
algunas estaciones más,
después crecieron otras plantas
otras flores
otras quejas;
el árbol me sigue perjudicando
dijo nuevamente
las normas deben respetarse
agregó con formalidad
y hasta me consideró un buen vecino
disculpándose por su insistencia;
llegado el caso, si no hay solución,
habrá que sacarlo de una vez por todas
repitió;
agotadas las instancias, le tomé fotografías
lo miré de frente, de costado
me senté un último rato bajo su copa
procurando estirar su presencia
y esa noche me costó dormir aunque luego
preferí no despedirme.
Ahora todos podemos abrazar el sol
la luna, las estrellas y las tormentas
lucirán sin reparos
sin inconvenientes;
ahora también lucimos todos
un poquito más
a la intemperie
un reclamo seco
cortante
sin desplegar finas ironías
o vulgares juegos de palabras;
el ficus está demasiado cerca
de la pared,
la ropa tendida y el césped de mi jardín
sufren las consecuencias,
además, a menos de dos metros
la reglamentación lo prohíbe,
no importa si lo plantaron ayer
o hace treinta años
nada de eso interesa;
cada uno sabe qué hay que hacer
dijo,
veré qué puedo hacer
dije,
entonces pensé que la suerte
había sido echada en un solo juego
que las reglas debían existir
que los árboles eran inocentes
y cerré la puerta;
el tiempo continuó corriendo
la carrera que mejor corre
y entre podas eventuales
su sombra nos cobijó
algunas estaciones más,
después crecieron otras plantas
otras flores
otras quejas;
el árbol me sigue perjudicando
dijo nuevamente
las normas deben respetarse
agregó con formalidad
y hasta me consideró un buen vecino
disculpándose por su insistencia;
llegado el caso, si no hay solución,
habrá que sacarlo de una vez por todas
repitió;
agotadas las instancias, le tomé fotografías
lo miré de frente, de costado
me senté un último rato bajo su copa
procurando estirar su presencia
y esa noche me costó dormir aunque luego
preferí no despedirme.
Ahora todos podemos abrazar el sol
la luna, las estrellas y las tormentas
lucirán sin reparos
sin inconvenientes;
ahora también lucimos todos
un poquito más
a la intemperie

2 comentarios:
Muy bueno Robert, certeramente triste.
gracias Pat. fue así, qué le vamos a hacer...
gracias por entrar, leer y comentar
un abrazo
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