Bosque Peralta Ramos - Mar del Plata |
Que sea como tenga que ser, pero que sea.
En este mismo instante o en cualquier otro; en un rincón abandonado, en un barco a la deriva, en una cama revuelta; que esta ansiedad, esta angustia, se esfumen con el hálito de un suspiro, se corporicen, dejen de presumir la fantasía de un sueño postergado.
Tal vez no sepa, no pueda precisar cómo tiene que ser, pero sí que debería ser demoledor, implacable; tener la elegancia con que una mujer desnuda su sexo y el vértigo con que vuelan los pájaros en cada atardecer de verano.
Que llegue sin anunciarse, como aparecen los fantasmas cuando se asoman a exilios desesperados, que suceda al amanecer; que marque desniveles durante la madrugada señalando máscaras ocultas; que grite dentro de mí antes que su alarido duela de manera insoportable; que sea lento, que se descubra en suaves y selectos fragmentos de mujer; que se desplome sobre mi cabeza, me atrape, me abrace; que me haga el amor hasta sumergirme entre la niebla y el perfume.
Que sea definitivo; acaso como estos deseos volver a verte, pero que sea.
Y que sea de verdad…
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