Muelle La Lucila del Mar |
El vértigo, como la clave de una
huella inquieta, estimula, acentúa los movimientos; en ese espacio incierto, la
caída es el centro y también el despojo de los universos conocidos. Nada existe
que detenga el tiempo, que fluya distraídamente entre sus partículas y
entonces, acaso sin proponérselo, toda la espera, el deseo, todo el amor pueden
quedar suspendidos sobre la superficie del viento, convertirse en una ráfaga
incesante o perderse de vista con sólo cerrar los ojos. Es que en el vértigo,
en la caída, demasiados pedazos habitan los espejos de sus fragmentos; uno
puede mirarse en algunos, negarse en otros y ese todo tal vez nunca sea la suma
de las partes: su verdadero cuerpo no es, no será más que un bello misterio
escondido bajo la piel, y caminar sus rincones, quebrar sus extremos, una señal
imposible, un eterno sello de fuego sobre las paredes del mar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario