Estoy acostumbrado a acostumbrarme / con el insignificante sentido de las palabras / y no sé si el hombre le dio horas al tiempo / o el tiempo horas al hombre. Estoy libre en mis prisiones / calma siniestra por escapar / y no sé si los dioses crearon / el mundo para los hombres / o los hombres el mundo para los dioses / Estoy viviendo mi muerte / tácito pasillo que aborrece de oscuridad / y no sé si soy yo quien intenta escribir / o escribe quien intenta ser yo. "Hombre" de Fabricio Simeoni

6 de julio de 2013

Fantasía de Invierno I

La ventana de un bar es un buen sitio para detenerse a observar cómo transcurren los días, el mundo, los movimientos de la calle, de la gente.

Muy pocos reparan que alguien puede estar mirando lo que sucede al otro lado del vidrio con una visión tan relajada y minuciosa como implacable.
Las personas, los autos, hasta los animales y las publicidades, parecen dominadas por el vértigo mientras yo, una especie de paciente voyeur detrás del cristal, permanezco inmóvil.
Lo que tengo, lo que hago, en nada parece advertirse y esa invisibilidad me convierte, casual o intencionalmente, en un entrometido que se deja transportar por el misterio de un aura que va envolviendo la ciudad en estos primeros días del invierno.
Miro y miro sin resistirme a la extraña sensación de ver sin ser visto: los secretos, las sombras, también las nubes con sus formas infinitas, se pasean, se abren ante mis ojos como si fuesen el cuerpo de un gigantesco abanico desplegado entre ventanas de cielo que asoman junto al sol.
Todo parece nuevo y viejo a la vez, a veces igual a ayer, o a hoy mismo hace tan sólo un rato pero, sin embargo, mis ojos continúan clavados frente a la ventana buscando los matices casi como encantados por un ritual de tiempos remotos.
Esos ojos, esa mirada, no quieren, no pueden renunciar a la simpleza del acto de ver, a ser los elegidos para introducirse con discreción en cada uno de los cuerpos y siluetas que caminan por fuera o por dentro mío según el viento que sople, la tarde que alumbre,  el bar que los cobije…

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