Telón de escenario de Tarja Turunen Teatro El Círculo - Marzo 2012 |
Miraba llover apenas
respirando, consumiendo inmóvil las horas tibias del atardecer con una lectura
de palabras marchitas y el vago rastro de una caricia anestesiando su cuerpo.
El cielo gris lo había
devorado, lo ahogaba en un vacío persistente cubriendo con nubes las señales
dibujadas por las gotas del aguacero.
No podía, no sabía,
liberarse del hechizo que lo ataba a un manojo de fotos del pasado; se
preguntaba por el ritmo de sus latidos: si era ese flaco sonido que mezclaba
caminos muertos y laberintos inexplicables o, si aquella humedad que le mojaba
la cara y le ardía en las manos no sería espejo de una muda, oscura y sedienta
soledad.
Y nadie respondía, nadie
escuchaba el rumor de temblores que desnudaba su agitación ni tampoco dejaba
advertir la inminencia de su propia tormenta; se había transformado en otra
víctima del poder de su mirada y tuvo la certeza que ya no escaparía de ese
resplandor tan próximo y lejano al mismo tiempo.
Entonces, con extraña
sabiduría, descubrió al fin el único lugar dónde brillarían las pequeñas
esferas de sus ojos inertes y se apresuró para ocultar de la noche su destino
de pálido arco iris.
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